miércoles, 23 de diciembre de 2009

La soledad

Hoy tuve una experiencia formidable. Quisiera compartila con quien quiera leerla y conmigo mismo para no olvidarla, aunque creo que es algo que quedará clavada por siempre en mi memoria.
Los lunes y miércoles me quedo a comer en el trabajo, hago horario corrido. Por lo general me tomo el trabajo de hacerlo yo mismo, lo cual implica ir escritorio por escritorio, esperar a que escriban en un papel que envía la rotisería lo que desean y luego llamar por teléfono para transmitir lo que seleccionaron los comensales.
Para mí es una forma de estar al servicio de mis compañeros, de distenderme un poco y de ser útil de manera concreta: todo un ejercicio.
Uno de mis compañeros no suele estar a la hora de la desición, por lo cual hago el pedido por él (recuerden que me toca sólo los lunes y miércoles).
Hoy miércoles me olvidé de él y por lo tanto no tenía que almorzar. Lo más justo es que yo pagara mi error y le dejé mi almuerzo y volví a mi puesto de trabajo a tratar de aprovechar la hora que de otro modo usaría en almorzar.
Como mi estómago está adaptado a comer a esta hora, se queja contínuamente inyectando pensamientos que me están atormentando.
En primer lugar, siento que nadie se solidarizó con mi error, todos se sentaron a comer en silencio.
No puedo dejar de considerar que en el lugar de mi compañero hubiera compartido el plato, en un gesto contemporizador y de compartir lo poco o mucho que se tiene.
El hecho desnuda lo que somos, en mi caso mis expectativas frente a mi propia conducta y la de los demás.
No puedo ni debo alegar nada, cometí un error y creo haberlo subsanado.
¿Si esperaba otra cosa de ellos?
Sí, lo confieso y eso demuestra todo el camino que me falta por recorrer.

2 comentarios:

  1. Hay un dicho que dice: primero mis dientes luego mis parientes, y en este caso compañero. La actitud de sus compañeros no hace mas que revelar el rasgo básico de una cultura absolutamente individualista. Cuando la cutura que nos sueña como quiere que seamos, sueñe una sociedad mas solidaria y lo propague por los medios, quizás ahí nos demos cuenta que gestos como el suyo nos hacen mejores personas.

    ResponderEliminar
  2. Una vez me comentaron que el Mahatma Gandhi afirmó que los actos constructivos son mayores que los destructivos, porque de otro modo el mundo ya no existiría. No sé si lo que aseveraron de Gandhi es cierto, pero parece tener sentido.
    Todos somos la suma de nuestras conductas, estoy seguro que al final el saldo es positivo.

    ResponderEliminar